Viejos retos

            Tras la muerte del académico granadino Gregorio Salvador, parafraseando  las palabras de su compañero y amigo Pérez-Reverte, se puede decir que era uno de los pocos profesores «verdaderamente grandes» que quedaban en la Facultad de Filosofía y Letras granadina, cuando retornó a la cátedra de Dialectología, en 1977. Pero no voy a razonar mi tesis, sino a comentar algunas ideas de la carta dirigida a sus alumnos del Instituto de Astorga, el verano de 1961, y publicada recientemente en IDEAL, en la que les agradecía la emotiva despedida que le dispensaron en la estación.

              Salvador nos trataba a los alumnos de «usted». Pronombre que denotaba la diferencia en el saber, la función de cada uno en el aula, pero sin autoritarismo: «si la asignatura es algo -les dice-, ese algo es una conversación entre ustedes y yo…». Como Guillermo de Ockham, es consciente de que los universales son entes de razón, «flatus voci». Por eso, añade: «no los pienso como colectividad, sino como personas, como personas en su plena individualidad».  Impresionante lema para docentes y políticos. Acepta sus limitaciones: «una verdad que han de ir aprendiendo, y humildad con ella, es que nadie es insustituible». Aspiremos sólo a “ser inolvidables”. Y apostilla: «me han reflejado no como soy yo, que no llego a tanto, sino como yo quisiera ser». Esta es una expresión más de quien humilde y laboriosamente escaló hasta la Academia.

              La carta muestra, además, un nivel lingüístico y literario  sorprendente: «aquella tarde en la estación supieron poner ustedes un epifonema a mi presencia en Astorga y me convirtieron así en una especie de poema perfecto y acabado». Si emplea este nivel para   jóvenes de 17 años, es porque estaban  muy bien formados .

              Alude también, implícitamente, a su “destierro”, por un curso, a la ciudad astorgana, desde Cartagena, a causa de “las valoraciones éticas” de un obispo: «Es desesperante que nuestro ser mejor y nuestros actos se reflejen torcida y agriamente en los demás». Profunda y amarga reflexión de Don Gregorio, quien, a pesar de todo,  se granjeó el afecto de esta localidad leonesa. ¡A cuántas personas podemos destrozar profesional y humanamente por no valorarlas con honestidad y justicia…!

              Ojalá el  respeto al alumno, el agradecimiento al profesor y la profundidad en el saber vuelvan a ser los pilares de una educación que responda a las nuevas exigencias que plantea nuestra sociedad.

Publicado en IDEAL DE GRANADA el domingo 24 de enero de 2021

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