Seguridad

              La publicidad, que tiene como finalidad la venta de productos comerciales o promover determinados comportamientos en el receptor, como forma o género de comunicación ha experimentado una evolución extraordinaria, tanto en los canales utilizados como en la forma. A la publicidad offline (prensa, radio, televisión…) se ha unido la publicidad  digital u online, que nos persigue en el ordenador o en el móvil, a través de Twitter, Facebook, Instagram, LinkedIn…       Al servicio del lenguaje publicitario han estado siempre la lingüística, la psicología, la sociología, el diseño,  el marketing…,  para mover los sentimientos profundos del ser humano (poder, tener, libido) a la adquisición del objeto ofertado. No cabe duda de que la infinita gama de ofertas publicitarias nos facilita una mejor elección del producto que necesitamos. Pero no es menos cierto que sufrimos un acoso permanente, un bombardeo insoportable de publicidad, que puede llevarnos al precipicio de compras innecesarias. Por ello, cuando en COU se estudiaban las distintas clases  de lenguaje, junto al científico, periodístico, jurídico… aparecía el de la publicidad, como arma para que el joven aprendiera a defenderse de los sofisticados lazos en los que podía ser atrapado.

            En la incesante tormenta de anuncios que recibimos cada  día, hace tiempo que las empresas de Seguridad de están sirviendo del  el miedo al robo en nuestra vivienda o a que sea “okupada”. El miedo no es libre, como a veces se oye. Es un sentimiento natural, reflejo, que pone a personas y animales en guardia ante un peligro físico, psicológico, moral… Por lo que estas empresas creo que vulneran uno de los principios o normas de la publicidad: la ética. No es de recibo cebarse en la angustia que vive parte de la población de este país, para forzar a instalar una alarma en cada vivienda. Aunque la culpa sea de los políticos, que se blindan con  “seguridad” sufragada con nuestros impuestos, y obligan a  los ciudadanos a pagarse la propia seguridad, por miedo a ser desalojados de sus viviendas, ante la inseguridad jurídica del propietario y la bula concedida  a los okupas. Si el Estado no da seguridad jurídica y protección a los ciudadanos, retrocedemos a la ley del más fuerte, a una sociedad selvática.

Publicado en IDEAL de Granada el domingo 30 de Agosto de 2020

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