Deberes para casa

 

El asunto de las tareas que los alumnos deben realizar en casa es un tema recurrente, con sus defensores y sus detractores. Un tema que ha sido motivo de debate en países como Estados Unidos o Francia, y que,  tras medio Curso escolar en España, vuelve a hacer mella en la vida familiar.

Hay múltiples razones de padres, pedagogos, psicólogos… para suprimir las tareas en casa: se hurta al niño el tiempo que necesita para las actividades lúdicas propias de su edad; son incompatibles con las actividades deportivas, musicales o artísticas que muchos desarrollan por las tardes; contribuyen a la desigualdad, pues no todos disponen del entorno familiar, del espacio o de las ayudas para desarrollarlas adecuadamente. Y los defensores creen que  son buenas, pues mediante estas actividades el niño o joven remansa los conocimientos. Para los defensores, estas actividades son herramientas que  ayudan al escolar a clarificar y estructurar los contenidos de las materias trabajadas en clase.

Las Leyes de Educación no entran en el tema. Por lo que los últimos y únicos responsables de estas actividades  son los profesores. Responsables, en el sentido de que, al no existir legislación, es su criterio el que prima en la necesidad de las mismas para el desarrollo de las competencias del alumno en las materias que imparten.

Si entramos en el fondo de la cuestión, el tema es bastante complejo y de no fácil solución. En primer lugar, el horario lectivo de un alumno de Secundaria es de seis horas diarias, y un descanso o dos, que suman treinta minutos más. Jornada prácticamente equivalente a un profesional de la Sanidad. ¿Qué sindicato no se levantaría contra una ampliación de jornada laboral de sus trabajadores en dos o tres horas?  En segundo lugar, ¿reúne la mayoría de casas las condiciones de espacio, mobiliario y ambiente para el estudio?

En tiempos ya lejanos, en el internado, no nos dejaban sacar los libros del aula, porque cada materia tenía tres cuartos de hora para estudio y realización de ejercicios, y media hora de explicación, aclaración de dudas y preguntas sobre la lección. Pero, cuando en tiempos recientes hemos querido que los alumnos estudien y ejerciten en clase, ha resultado imposible. El aula se volvía un gallinero. El problema era ya mantener el orden. Por lo que  en asignaturas como Lengua, Historia, Filosofía…, la medicina era dictar los apuntes o “glosar” el tema del libro, durante una hora, para mantenerlos callados.   Y en Matemáticas, llenar la pizarra de números, signos y fórmulas… que unos tediosamente copiaban en sus cuadernos, mientras otros se divertían a espaldas de profesor. Con estas técnicas es evidente que se necesita doblar en casa el horario de clase para desarrollar las competencias básicas y los conocimientos mínimos.

Es cierto que hay profesores, sobre todo en Infantil y Primaria, que usan metodologías con las que la mayoría de los alumnos no requiere un tiempo complementario en casa. Pero siempre habrá un grupo que necesite un trabajo extra para poder seguir el ritmo de la clase. Y esto, para los que piensan que las tareas en casa las cumplen mejor los alumnos favorecidos, creando mayores diferencias formativas y culturales con los menos favorecidos, se podría solucionar mediante la realización de las mismas en los Centros, gratuitamente y por la tarde, con personal titulado y en sintonía  con los profesores. Y, por supuesto, con una mejor coordinación y planificación del trabajo de Grupo  por los Tutores, para que las tareas no resulten excesivas, sean personalizadas y según las necesidades de cada uno: ampliación, recuperación o finalización de trabajos de clase. Y, estén legisladas o no, las tareas para casa deben contemplarse  en los Planes de Centro y en las programaciones de las materias, así como estar consensuadas con los padres,  para que no queden a la voluntad de cada profesor, y de este modo se eviten conflictos familiares y trastornos psíquicos o psíquico-somáticos, como los que comentaba Carlos Morán, hace unos días,  en “Conversaciones para no perder el juicio”.

Publicado en IDEAL DE GRANADA (23-2-2016)

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