Lengua e independencia

El problema del castellano en Cataluña vuelve a ser noticia cada vez que los Tribunales toman una decisión sobre el mismo. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña acaba de obligar a impartir en castellano el 25% de las clases, si el alumno lo solicita. E inmediatamente el Govern se une a los cinco Centros afectados para recurrir la Sentencia. Ya que sólo aceptan la aplicación discriminando a los alumnos afectados mediante atención individualizada.

Cuando se plantea la confrontación del español con las lenguas autonómicas, normalmente se hace desde los derechos constitucionales o desde los derechos personales o individuales, que no dejan de ser constitucionales. Si el Artículo 3 de la Constitución española proclama el castellano “lengua española oficial del Estado” y que “las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas”, ¿por qué este enfrentamiento de las Instituciones Catalanas con la legislación española?
Adam Schaff lamentaba, hace cincuenta años, en su obra Lenguaje y conocimiento, el olvido en que se encontraban las teorías de Herder acerca de la Lengua. Y es cierto. Podemos afirmar que las teorías sobre la Lengua han ido evolucionando desde Platón hasta Wittgenstein, pasando por Saussure, del mismo modo que las interpretaciones del cosmos y del hombre aportadas por la Filosofía. Pero la evolución de la ciencia y el pensamiento no significa la erradicación de determinados modos de vivir o de ver la realidad.

La teoría lingüística de Herder se encuadra dentro del Idealismo romántico. Para él, “la concepción del mundo está contenida en cada sistema lingüístico, y la lengua materna se constituye en la fuerza creadora que configura el modo de pensar de los miembros de una comunidad lingüística determinada (o de una nación)”. Ideas que completa su compatriota W. V. Humboldt, cuando afirma que el lenguaje es “una fuerza creadora de la nacionalidad; también la fuerza que determina el comportamiento del individuo de forma decisiva. Por otra parte, el lenguaje es un producto de la nación, de las fuerzas intelectuales que actúan en ella”.

Una vez que hemos descorchado estas botellas “reserva” de teoría lingüística, con dos siglos de antigüedad, estamos en condiciones de degustarlas con los platos que nos sirve la Generalitat. El intento de erradicar el castellano de Cataluña está motivado por la filosofía que estima que la lengua materna determina el modo de pensar de una nación. De ahí la obstinación en la inmersión lingüística en todos los ámbitos: educación, rotulaciones de establecimientos comerciales, publicidad, subvenciones a medios de comunicación en Lengua catalana (TV, Radio, Prensa…). Pues a través de la Lengua se está creando un pensamiento, una cosmovisión, y un sentimiento de Nación que busca la libertad como expresión del “Yo Nacional”. Pensamiento y sentimiento que determinan unos comportamientos individuales y colectivos, no siempre racionales, en busca de la independencia. Y estamos viendo a diario cómo las fuerzas intelectuales y políticas vierten a diario gasolina sobre la hoguera de estos pensamientos y sentimientos, haciendo muy difícil la extinción del incendio con las mangueras de la Constitución o de la Fuerza del Estamento militar.

La filosofía romántica hegeliana, que fue el motor de los movimientos independentistas decimonónicos y del impulso de las lenguas autóctonas, vuelve a tomar impulso en nuestros días, más como ideología que como filosofía, en un contexto histórico de globalización económica, lingüística y cultural. Y, lamentablemente, impulsada por una élite que se presenta como “intelectual”, y que asesora a unos políticos que, en buena parte, en la misma Cataluña, malversan los caudales públicos y ahogan al pueblo con impuestos y recortes en servicios.

(Publicado en IDEAL DE GRANADA el lunes 10, de Febrero 14)

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