Limpieza urbana

            Existe un medidor infalible del nivel cívico de un colectivo, de un pueblo. Nivel cívico que incluye cultura, educación, ética… Ese instrumento lo encontramos en los servicios de un colegio, de un bar, de un establecimiento público, en la cocina de un restaurante, en las calles de nuestros pueblos y ciudades: la limpieza.

              Recientemente hemos leído cartas en Ideal, en las que se quejaban de la suciedad en Salobreña y en las urbanizaciones de la localidad, así como del abandono higiénico de las urbanizaciones de Playa Granada. Y con razón, pues es inconcebible que, con los impuestos que se pagan, no se atiendan los servicios básicos de los ciudadanos.

              Entre las prioridades del programa de la alcaldesa de Granada aparecía la limpieza integral de la ciudad. Es consciente de que nuestras calles adolecen históricamente de un nivel de suciedad incompatible con el patrimonio arquitectónico del que somos depositarios, y con la dignidad de las personas que la habitamos. Y, ¡zas!, el día 1 de Julio, este diario nos despierta con la gran noticia: «El Ayuntamiento aprueba 15 millones para limpieza de calles y edificios». Era la primera Junta de Gobierno del nuevo Consistorio. «Eureka», dirían los griegos. Esas aceras pegajosas que en las mañanas estivales ralentizan el paso de los jubilados en su doloroso caminar hacia los Centros de Salud, se van a transformar en relucientes espejos donde se refleje la belleza y alegría de Granada. El otoño permanente que viste a la Plaza de la Trinidad, dejará paso a un verano tupido de verdor y frescura en sus bancos y pasillos. Pero, ¡ay!, aparece el antihéroe en la narración, Jacobo Calvo, exconcejal de Mantenimiento: el libramiento de ese dinero estaba ya firmado por él para trabajos  realizados en los meses de marzo, abril y mayo.

              Es cierto que el mantenimiento de la higiene pública necesita mayor presupuesto. Ya no están aquellas madres que barrían y baldeaban «sus puertas» al amanecer, compitiendo con sus vecinas. Ese trabajo lo pagamos ahora con nuestros impuestos. Pero es necesario buena gestión del presupuesto y del trabajo. Cuentan de Celia Villalobos que se montaba en los camiones de basura de Málaga para supervisar el trabajo del que era responsable, y mejorarlo. También hace falta que se coloquen papeleras suficientes para depositar los residuos que se lanzan al suelo. Y, sobre todo, educación y civismo para sentir la calle como nuestra casa, el colegio como nuestro hogar. Y que las normas no mueran en los boletines donde se publican, sino que se alojen, en forma de sanción, en las cuentas corrientes de los infractores.

Publicado en IDEAL de Granada el viernes 7 de julio de 2023

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