Llorando por Granada

          Mientras en Granada se debatía sobre el «Corredor Mediterráneo», cogí el AVE hacia Barcelona. Atrás quedaba todo el movimiento por el soterramiento del mismo a su llegada a Granada y el silencio sobre su recorrido. Ahí está la vieja Chana separada de la nueva por los muros y vallas que protegen las vías del tren.

          Los 800 kilómetros que nos separan, en coche,  de la ciudad condal, se convierten en 1.200 cuando te montas en el AVE. Y viajando hacia Antequera, Córdoba… te viene a la mente el poema de Alberti: «Se equivocó la paloma, / se equivocaba; / Por ir al norte fue al sur». Este AVE, en vez de al «este» va al «oeste»… Aunque rectifica a mitad de camino. Y un trayecto de cuatro horas se convierte en seis y cuarto.

          Este largo recorrido por los campos de Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid, Aragón y Cataluña posibilita la preparación del trabajo a los agentes comerciales, conferenciantes… A otros les  sirve de relax, haciendo uso de la tableta o del móvil, o echándose en los brazos de Morfeo. Si eliges un asiento de ventanilla, vas expuesto a un mareo seguro. Pero se tiene la posibilidad de disfrutar fugazmente  de paisajes, urbanizaciones, pueblos fundidos en el colorido de su entorno, zonas industriales… Sentirse en un tren turístico. Cuando salimos lentamente de nuestra provincia, vamos encontrando las transformaciones que está experimentando el cultivo del olivar: la plantación tradicional da paso a muchos terrenos de plantación  “superintensiva”. En ésta, las hileras en forma de setos hacen ya posible la mecanización total. Pasan rápido por el objetivo de la ventanilla las viñas con sus hojas doradas, los cereales que tintan ya de verde los campos, las plantaciones de manzanos de Lérida, despojándose de su follaje… Y, en torno a ciudades como Madrid, Zaragoza, Tarragona o  Barcelona nos saludan  grandiosos polígonos industriales, generadores de trabajo y de riqueza…

          Y llegamos a la estación de Barcelona Sants, cansados y «llorando por Granada». No como en la canción de Los Puntos, que también. Pues como el “moro” llevamos siempre en el alma el embrujo de Granada. Pero «lloramos», sobre todo,  por el subdesarrollo de la ciudad y  de la provincia. Por lo lejos que nos lo ponen todo. Un AVE que nos aleja, con  su recorrido, de Madrid y de Barcelona; una ciudad y una provincia sin industria, un pantano sin canalizaciones… Porque Granada nunca tuvo una ministra de Fomento, una Magdalena Álvarez, que se volcara con nuestras infraestructuras terrestres, aéreas y marítimas.

Publicado en IIDEAL de Granada el domingo 28 de noviembre de 2021

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