Gente por Granada

     En el período de confrontación con la pandemia nos están abandonando numerosas personas, que dejan un vacío enorme en la familia y amigos; pero también nos hemos reunido para dar el «último adiós» o «hasta pronto» a personas que han dado lo mejor de sí por Granada. Es el caso de Antonio Granados Cabrerizo, al que despedimos el pasado 28 de junio. Catedrático de Filosofía y fundador de la «Liga de la Educación y la Cultura Popular» en Granada, a la que se asoció buena parte de la élite cultural y política de la ciudad, a principios de siglo, fue el alma y motor de la misma, con la celebración de múltiples jornadas en las que participaron cientos de congresistas y conferenciantes de toda España. Aún recuerdo los llenos del salón del Hotel Victoria, del Carmen de la Victoria y de algunos hoteles de Almuñécar. Granada se convertía en epicentro de reflexión sobre democracia, ciudadanía, ética… Y los visitantes disfrutaban de nuestro patrimonio y de nuestra gastronomía.

       Todas estas actividades eran posibles por el talante negociador y dialogante de Antonio, tanto con las Administraciones públicas como con entidades privadas: Rectora de la Universidad, Consejeros de Educación, Delegación del Gobierno… Ello permitió la creación de la primera «ludoteca» pública de Granada, en el colegio María Zambrano, de Almanjáyar, donde se prestaba un servicio importante a los niños del barrio, tras la jornada escolar. En el Centro de Servicios Sociales de Cartuja logró también la cesión de un espacio, donde se alojó la «Casa de Niños», diseñada por la catedrática Leonor Buendía. Allí se educaba y se servía desayuno, almuerzo y merienda a niños sin recursos, en edad preescolar. También puso en marcha el «Centro Juvenil de Orientación para la Salud» (CEJO) en el Instituto Generalife; hoy en recinto de la Universidad.

Los sueldos de los trabajadores de estos Centros se financian con los proyectos de la ONG que él presidía, y a cuyo frente se encuentra hoy Paqui Fuillerat.

         Granados, desde su trabajo en el Instituto Generalife o en la Delegación de Educación irradió su calidad humana, formación filosófica, literaria, artística, su humor conciso, profundo e inteligente… Versificó con calidad, narró con plasticidad, pintó con arte y maestría, y supo compartir con su familia y amigos el lento apagarse de la llama de la vida.

            Los últimos Whatsapp que nos envió a los amigos, fueron de humor y de arte. Algunos, de la Alhambra. Se fue como vivió: ligero de equipaje. A la familia y amigos nos legó   el afecto, la acogida y el ejemplo de ciudadano honesto y desinteresado. A Granada, su obra anónima, pero intensa y fecunda. Gaudeamus.

Publicado en IDEAL de Granada el domingo 8 de agosto de 2021

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