Navidad 2018

 

La Navidad ya está con nosotros.  Nos llega de la mano del  invierno, moderado este año, con alegrías y tristezas, con  frustraciones e inquietudes, si dirigimos las miradas a los “belenes vivientes” de  Moncloa, de Pedralbes o de San Telmo. Las estrellas fugaces que anunciaban un “mesías”, se han apagado y nos han sumido en el desconcierto de una noche sin brújula  en el mar revuelto de esta  España ingobernable.

Las cuatro semanas de adviento, de preparación al Nacimiento de Cristo, la sociedad de consumo las transforma  en un  tiempo de  ventas y compras para los tradicionales regalos (Papá Noel, Reyes, Boxing day…). Grandes superficies, pequeños comerciantes, marcas de alimentación, de cosmética, de juguetes y de nuevas tecnologías nos invitan a adelantar las compras, bajo el señuelo del ahorro. Pueblos, ciudades y comercios compiten en  adornos e iluminación para la festividad. Partidos políticos, sindicatos, instituciones públicas nos desean paz y felicidad.

Los belenes recrean artísticamente, en lugares emblemáticos,  el marco tradicional del belén, siempre que no aparezcan artistas (?) como A. Brosa, a las órdenes de Ada Colau, para provocar la desolación de los visitantes en la plaza de Sant Jaume, con un anti-belén de 114.000 euros. Pero, afortunadamente,  encontramos multitud de ambientaciones navideñas como la de  calle Larios, de Málaga, donde miles de personas esperan cada tarde para gozar del espectáculo de luces y villancicos que allí se ofrece, y en el que participan masivamente malagueños y turistas.

Este adviento nos ha ofrecido también ejemplos laicos del ayuno purificador de la tradición cristiana. Torra se recluyó en el monasterio de Monserrat, bajo el auspicio de Juvenal (“Orandum est ut sit mens sana in corpore sano”) y las bendiciones del abad, cargo históricamente antiespañol, para hacer ejercicios espirituales y tomar fuerza en su inquebrantable proyecto de “República Catalana”.  Allí habrá  reflexionado sobre  cómo mejorar las relaciones entre mossos y CDR, brazo derecho e izquierdo en su proyecto independentista. Los políticos presos son también un ejemplo de que el adviento, como  la cuaresma, son tiempos propicios para purificar  cuerpos y  almas. Por lo que han realizado una huelga de hambre o dieta de adelgazamiento, para mover  las conciencias de los suyos y la de Sánchez a la compasión y a la solidaridad, al margen de la ley. Ayuno que han suspendido con el adelanto de “Papá Noel Sánchez” a Barcelona. Llevaba el Falcon  repleto de mazapanes, turrones, mantecados…, para que restablezcan su debilitada salud. Pero, sobre todo,  iba a satisfacerles sus deseos: reconocer la paridad de los gobiernos catalán y español, aceptar la existencia de un “conflicto”, dar  respuesta política al “juicio de los políticos presos”, cambiar el nombre del aeropuerto del Prat… y un cheque con decenas de millones,  por el módico precio del apoyo a los Presupuestos.

Pero, ante todo, estos días son un estallido  de solidaridad. El Banco de Alimentos bate récords en la recogida solidaria. Donamos juguetes para niños pobres. Nos conmueve la soledad en que viven muchas personas, y nuestro Ayuntamiento  activa más de un centenar  de plazas de pernoctación para los “sintecho”… ¿Mala conciencia puntual? ¿Subterfugio de la injusticia estructural,  que queremos blanquear con migajas de caridad, como denunciaba recientemente, en estas páginas, el extraordinario  “viejo profesor”, José María Castillo?

Con todo, disfrutemos  estos días, con reflexión y serenidad, con moderación y templanza, cantando los villancicos que  nos devuelvan una infancia perdida y siembren ilusiones  en los pequeños; gocemos en la cercanía de los que amamos y con la esperanza de un mundo mejor. Aunque, como nos decía el poeta José Hierro,  “Sólo los ángeles cantan ‘paz en la tierra’. / Los magos vienen soñando / o hablan de estrellas”, en Llotja de Mar, blindada, mientras la  violencia colapsa Cataluña.

Publicado en IDEAL de Granada, el lunes 24 de Diciembre de 2018

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