Tierra, fuego, aire y agua

 

Tras las interpretaciones religiosas del origen del mundo y del destino del hombre, ligadas al mito, a partir del siglo V a.C. aparece la filosofía racional en Grecia, junto a la que se desarrollarán ciencias como la matemática, medicina, astronomía, geografía e historia. En la filosofía pre-ática encontramos a pensadores como Tales de Mileto, Anaxímenes o Empédocles que establecen el primer principio en el agua, aire, tierra y fuego. Elementos que, por diferentes motivos, focalizan la atención de científicos y  políticos de nuestro tiempo.

La Tierra, espacio de trashumancia, desde tiempos lejanos, y de guerras, posteriormente, en busca de riqueza, se ha convertido en un incesante campo de migraciones, de Sur a Norte, para conseguir la supervivencia o la seguridad, ya sea en Estados Unidos, ya sea en Europa, donde se abre un futuro incierto.

El fuego, elemento esencial para la vida, que acarreó a Prometeo, por parte de Zeus, el más cruel de los castigos,  es otro de los elementos de preocupación para la sociedad actual, que trata de renovar las fuentes de energía, para impedir el cambio climático, haciendo uso de las no contaminantes: la solar, la eólica… Porque está en juego la supervivencia  del Planeta.

El aire, sin cuya presencia la vida deja de existir, es otra de las grandes preocupaciones del hombre actual, pues su contaminación está dando lugar a un número de muertes impresionante, por el uso de carburantes en ciudades, industria y transportes.

Y respecto al agua, cuya ausencia era expresión de muerte, falta  de vida, para los primitivos filósofos, nos enfrentamos a uno de los retos más importantes de nuestro tiempo. Los árabes, buenos conocedores de la sequía, supieron erigir sus poblaciones en parajes surtidos de fuentes y bañados por ríos. Basta echar una mirada a Granada, Alhama,  la Alpujarra, los Guájares, Vélez de Benaudallla… por poner un ejemplo. La sintonía de los seres vivos con el elemento líquido era perfecta. Pero, como podemos ver en el extraordinario estudio-reportaje que, bajo el título “Un futuro de aguas limpias”, Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle nos ofrecieron en IDEAL, el domingo 1 de julio, el hombre ha modificado el ciclo integral del agua, secuestrándola de sus cauces naturales para enviarla entubada a ciudades, industrias y campos, y devolver los sobrantes contaminados a los ríos y campos, sin las pertinentes estaciones depuradoras de aguas residuales (Edar). Tema del que ya hablamos aquí, y al que dedicaba Jorge Pastor una página de este periódico,  el día 3 de mayo, exponiendo gráficamente la situación de vertidos en la Vega granadina, y la paradoja de que la Junta cobre un “canon de depuración” a muchos ciudadanos en el recibo del agua, sin haber construido depuradora en bastantes zonas, y ponga multas anuales a los Ayuntamientos, por vertidos contaminantes, como denunciaba justamente el alcalde de Peligros, Pedro García.

La concienciación en el uso del agua está aún lejos de alcanzar los mínimos exigibles, a pesar del decálogo que la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica (de reciente creación y enigmático contenido) ofrece para el ahorro del agua en el  hogar. Pero tampoco se están realizando las inversiones necesarias en canalizaciones y modernización de regadíos, como todos sabemos. Resulta cansino repetir que las aguas de Rules esperan soñando las tuberías ansiadas que lleven su gracia a tierras sedientas. Y que los viejos regadíos y Cota 100, a los que surte la citada presa, necesitan una inyección económica para modernizar sus sistemas de riego. Ayudas que anuncian los políticos del ramo, y sus palabras se convierten en un brindis al sol.

Revivamos a Tales en  el eslogan del nuevo ministerio: “El agua es fuente de vida, cuidémosla”. Todos a una.

(Publicado en IDEAL de Granada, el lunes 9 de Julio de 2018)

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