Catarsis estival

 

El concepto griego de “kátharsis” significa  purga, purificación, y fue recogido por Aristóteles en su Poética como una de las funciones que desempeñaba la obra teatral (tragedia, drama o melodrama), liberando  al espectador de sus bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra.

Durante este verano, que enfila su recta final, hemos visto distintas representaciones con fuerte carga psicoanalítica sobre el ciudadano, aparentemente relajado en su descanso estival. Con el trágico desenlace, para los culés,  del traspaso tácitamente anunciado, la afición, que había proyectado todo su amor en un auténtico “mago” con el balón y un  crack desinhibido  y rompedor de convencionalismos sociales, maldice al brasileño, pesetero, irresponsable y carente de los valores de la Masía. De nada sirven  los 122 millones de  plusvalía para la empresa que representa y aglutina al independentismo, pues se rompen los automatismos tácticos que Guardiola, envuelto en la señera catalana, inyectó en las venas del equipo y que supuso  la aplastante alternativa al Madrid en el fútbol mundial.  El amor, como en cualquier ruptura humana, se convierte en odio; los aplausos, en silbidos. Y el último y humillante golpe del Madrid  aflora en el revuelto mar de sentimientos merengues y culés, expectantes durante la pretemporada.

La acusación que la fiscalía hacía a Ronaldo, de defraudar 14,76 millones a Hacienda,  ha sido otro de los espectáculos terapéuticos, liberador de toneladas de toxinas  en el espíritu de los españoles, necesitados de embestir a cualquier símbolo que ondee en su caminar. Al igual que en el caso de Messi, las reacciones son antitéticas, dependiendo del “color de la camiseta con que se mire”. “Desliz de Cristiano Ronaldo”, titulaba EcoDiario. “La lentitud del fisco contrasta con la eficacia con la que se denunció a Messi y Mascherano”, encabezaba La Vanguardia. Y el vulgo, en su cómoda tumbona playera, en la barra del bar o en la mesa del restaurante, asume los postulados anticapitalistas de la CUP y de Teresa Rodríguez, exigiendo acabar con los sueldos escandalosos de estos incultos y desalmados,  y  exigiendo penas de cárcel por sus fraudes.

Estos ídolos, odiados por las aficiones contrarias, artistas sobre el césped, merecen otra consideración, aparte de su papel en el escenario del campo. Es la de contribuyentes. ¿No debemos estar agradecidos a quienes aportan un fijo de unos 25 millones de euros anuales a Hacienda, que somos todos, y otro tanto por sus ganancias extradeportivas?  ¿Por qué Gerarld Darmanin, ministro francés de cuentas públicas, se alegra de la llegada de Neymar al PSG? Por los impuestos que pagará en Francia, según sus propias declaraciones. Pero ese es el país de la Ilustración…. ¿No sería positivo que, a partir de la tributación por el contrato, se les aplicara una  fiscalidad  descendente? ¿A quién perjudicaría? Se les ofrecería un aliciente para  cotizar aquí, como  se hace en Irlanda.

Y termino, brevemente, con la comedia “Fuenteovejuna”, montada en Maracena en torno a Juana Rivas, y que podríamos titular: “Maracena, todos a escena”. Otro espectáculo en el que se ha representado sobre las tablas  una trama compleja de derechos y deberes nacionales e internacionales, con respecto a los menores, por parte de los padres separados. Declaraciones de abogados de una y otra parte, culebrón interminable en los medios de comunicación, incumplimiento de sentencias judiciales, desaparición de la madre con los niños…, y desafío sentimental del pueblo al ordenamiento jurídico: “Juana está en mi casa”, mostraban las pancartas a los “medios”, tras la orden de “busca y captura” de la fugada.

Volvemos a la esperpéntica y angustiada sociedad del Barroco español. Si sólo aceptamos las normas cuando nos gustan o benefician, regresaremos  a la selva, sea  catalana o africana, donde impera la fuerza o interés particular.

Publicado en IDEAL de Granada, el domingo 20 de Agosto de 2017

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