La cara y la cruz

Es un hecho empíricamente constatado, y públicamente denunciado por todos los medios de comunicación, que nuestra ciudad y provincia sufren el abandono de las Administraciones central y autonómica. Realidad a la que han contribuido y siguen contribuyendo las deficiencias en las comunicaciones. Motril estiraba las manos hacia Almería y Málaga sin conseguir tocar con sus dedos la A-7, hasta fechas muy recientes. Granada permanece incomunicada por vía férrea. No nos hemos acercado a las provincias limítrofes, sino que han sido ellas las que, de forma indolente y perezosa, se han aproximado, al ritmo que les marcaban sus políticos. No los nuestros. Pues hemos carecido de “Felipes”, “Zarrías” o “Magdalenas Álvarez”. Tampoco ese pájaro protegido, “rara avis”, quiere lucir su plumaje al resplandor de las nieves de nuestra Sierra. Prefiere invernar eternamente junto a las tibias aguas de la Laguna de Fuente de Piedra.
Esta Granada, carente de tejido industrial y agrícola, sustentada por el turismo y los servicios, ha de buscar las inversiones necesarias para reactivar su economía, al margen de las plantaciones de “maría”. Porque, haciendo el recorrido de Málaga a Motril, o viceversa, por la autovía, nos topamos con la cara de la moneda. Las laderas de los montes lucen casas, cual blancas gaviotas, que reciben las caricias del sol y sueñan con el mar al fondo. Las infraestructuras: aeropuerto malagueño, de la exministra Magdalena, red de carreteras, trenes, puertos deportivos, campos de golf…, facilitan y promueven el desembarco permanente de turistas que generan trabajo y riqueza en la provincia y en la ciudad, así como la pujanza de la agricultura, la industria y el comercio.
Este consolidado paisaje costero se ve implementado por un nuevo desarrollo agrícola impresionante: la plantación de subtropicales. Mangos y aguacates van escalando los áridos montes, en torno a la A-7, dándoles un hermoso verdor y apetitoso sabor. Las máquinas retro excavadoras serpentean por las laderas, roturando las secas tierras que pronto acogerán nuevas plantaciones. Vélez Málaga se ha convertido en el vivero que surte de plantas de mangos, aguacates y otros subtropicales, a la provincia malagueña, a la costa granadina y a Marruecos. Y pronto exportarán estos codiciados frutos a toda Europa y a Estados Unidos. Para ello disponen ya de empresas y logística pertinentes.
Tras observar esta vertiginosa transformación, comenzamos a discurrir por la costa almuñequera, el reverso, donde vemos, junto a las viejas plantaciones de chirimoyos y aguacates, montes por roturar, laderas con árboles secos y abandonados… Y oímos en los valles el llanto por los ochenta millones de euros para la “tubería negra” de la presa de Rules, desaparecidos en Sevilla; y por el precio inasumible de la electricidad en el bombeo del agua.
¿Qué se hizo del Rancho de California, vivero subtropical, de Almuñécar en la Costa? -plañiría Manrique. ¿Qué de los campos de golf que en Sevilla nos negaron? ¡Qué de puertos deportivos se quedaron en proyecto!
En Granada queremos la vega soñada por los poetas, cantantes e ilusionistas. La vega árabe o la horaciana del “Beatus ille”. Con productos no rentables, sin hijos que la hereden, ni gente que la trabaje… Mientras, la agricultura avanza de la mano de las nuevas tecnologías. Lo comprobamos en la Costa, donde, por otro lado, siguen faltando inversiones para transformar, con industria conservera, el excedente de subtropicale y hortalizas.
Con este breve recorrido por la Autovía del Mediterráneo observamos algunos aspectos del desarrollo de Málaga y Granada: la cara y la cruz de una realidad luminosa para ellos; menos, para nosotros. La responsabilidad es de los políticos, que deben crear, y no impedir, las infraestructuras necesarias. Pues pronto se amortizan. Esperemos que pronto lo hagan. Cuando arreglen sus problemas, si tienen solución.
(Publicado en IDEAL de Granada, el domingo 29 de Enero de 2017)

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