Una brisa pegajosa nos llama por los cristales. El día se ha despertado con un somnoliento bostezo, por el cambio de hora. Una mañana más comenzamos la ajetreada preparación de la jornada escolar. María José se ha vestido ya su uniforme y ha dado el último repaso a las cuestiones de la primera Lectura del “Senda”. Miguel, como siempre, retrasa su hermoso despertar. Tras una “tabla” de amenos coqueteos, logro ponerlo en circulación también. Una vez más, con su pantalón de pana gris, su camisa crema y su jersey azul marino, pasamos al aseo, donde, después de hacer pis, me dispongo a lavarle la cara y a peinarlo.
– Es mejor no haber nacido -me espeta, en un tono grave y sentencioso-.
– ¿Por qué?, ¡hijo! -le pregunto, con aparente indiferencia, mientras voy mojando su lacio y dócil cabello negro-.
– ¡Porque así no habría que trabajar tanto! ¡Tanto levantarse, ir al cole, y siempre lo mismo!
Mi pequeño filósofo me ha dejado petrificado en esta desapacible mañana de abril. No he podido encontrar palabras que rebatan una reflexión tan seca y tan profunda.
Sobre esta mente de sólo cinco añitos gravita ya una secular sabiduría. La sorpresa que hoy me acabas de abrir, hijo mío, me llena de orgullo y me aterra. Porque tu corazón no tiene aún cicatrices de amores perdidos, de engaños o falsedades. Porque tu corazón no sabe de frustraciones, de recelos o de falta de cariño. Porque la vida no te ha abierto más que rosas multicolores, teniendo ocultas todas las crueles espinas del rosal, estoy aterrorizado. ¿Qué me dirás, cuando la soledad te envuelva como atmósfera angustiosa e invisible? ¿Qué me dirás cuando el fracaso despiadada e insensiblemente siegue tus sueños largamente acariciados? ¿Qué gritarás cuando nadie quiera oír tu voz en este mundo del uso y del abuso, en esta sociedad informatizada y despersonalizada?
Pero me llena de orgullo pensar que piensas; que te manifiestas como viejo rebelde e independiente; que no doblegas tu espíritu a órdenes no razonadas; que llevas una alforja llena de “por qués”, que, a veces, resultan impertinentes, pero que son el mejor sello de tu singular personalidad. Reflexionas, observas, discutes…, ¡mi pequeño Séneca!, como el más ilustre y rancio de los filósofos. ¡Enhorabuena!
Almería, 3 de abril de 1986.
P.D.: 3 de abril de 2012: 26 aniversario. ¿Qué has pensado hoy, al adelantar tu despertador, en Londres, para preparar la reunión de trabajo? Yo me he adelantado al mío. El humo de la fábrica de Montero se pierde entre las nubes que oscurecen la mañana. La terraza está mojada. Y los gatos, soñolientos, me miran por la ventana, esperando el desayuno, mientras yo busco respuesta a un sinfín de preguntas.